Equipados con las gafas Tobii Pro Glasses , los participantes tuvieron varias "primeras citas" de entre 7 y 12 minutos de duración. Sus conversaciones se grabaron en la cámara de la escena y se registró su mirada durante toda la interacción. Los iluminadores de infrarrojo cercano y las cuatro pequeñas cámaras toman hasta 100 imágenes por segundo, de modo que se capta cada mirada, por rápida que sea.
Aunque las personas suelen tener éxito a la hora de mantener una conversación general, es mucho lo que revelan sus acciones subconscientes, en concreto, hacia dónde miran. Los participantes que querían una segunda cita se fijaban en la cara de su pareja el 36% de las veces, frente al 30% de los que no querían. "Eye tracking ofrece un punto de vista único sobre la comunicación no verbal que tiene lugar durante una cita", afirma Caitlin Cooper, consultora de TDR.
En cuanto al contacto visual, un claro indicador del nivel de interacción social entre una pareja, la tecnología fue capaz de revelar una disparidad entre los que disfrutaban de su cita y los que no. Un participante que dijo no sentir "chispa" sólo miró a los ojos de su cita el 7% de las veces, frente al 11% de media del grupo.
"Una persona normal no es consciente de lo que se dice con su lenguaje corporal", explica Cooper. En una parte mutuamente incómoda del experimento, una de las novias, con un top escotado, vio cómo se centraba la atención en su pecho. Sin embargo, el experimento también reveló reacciones humanas fuera de nuestro control. El diámetro pupal de quienes disfrutaban de la compañía de su cita era mayor que el de quienes no lo hacían, con medias de 5,53 mm y 5,27 mm respectivamente.
Eye tracking para estudiar el comportamiento humano
La tecnología de eye tracking tiene un largo historial en la comprensión del comportamiento humano, las interacciones sociales y la percepción mutua.
Esta tecnología tiene un gran valor para evaluar muchos elementos de la emoción y la percepción humanas. La Clínica de Investigación y Tratamiento de la Ansiedad de la Universidad de Miami utilizó el eye tracking para examinar los procesos de atención de personas con trastornos de ansiedad social. Querían saber si estas personas se centraban más en las expresiones faciales negativas que en las neutras, una situación que también podría reforzar sus miedos al hacer que estas experiencias negativas parecieran más comunes de lo que realmente son. El estudio confirmó esta hipótesis, lo que llevó a los investigadores a desarrollar una terapia cognitivo-conductual especial. La idea era que, cuanto más se les entrenara para centrarse en las expresiones menos negativas, menos atención les prestarían de forma natural con el tiempo.
Gracias al eye tracking, los científicos también han podido desarrollar pruebas de cribado para niños con espectro autista examinando sus movimientos oculares y su concentración durante las interacciones sociales. De este modo se han puesto de manifiesto patrones claros de comportamiento visual en los niños con esta afección.