Si tienes una relación estrecha con un niño, propio o ajeno, es posible que hayas creado formas personales de vincularte a él, le hayas enseñado los nombres de los objetos y le hayas ayudado a leer y, en definitiva, a crecer. Cuando pasas tiempo con un niño, te haces una idea de los cuentos y canciones que le gustan, los animales que prefiere y el tipo de entorno que le ayuda a conciliar el sueño, mucho antes de que el niño haya madurado hasta el punto de poder comunicarse verbalmente.
Esos sentimientos suelen ser el resultado de muchas horas de observación consciente y subconsciente, el tipo de cercanía que desarrollan los padres y que les ayuda a nutrir y fomentar el desarrollo y el aprendizaje de sus hijos. Nuestra capacidad innata de aprender es esencial para la vida porque influye directamente en nuestra calidad de vida. Por eso, los científicos han dedicado mucho tiempo y esfuerzos a profundizar en el conocimiento de los procesos de aprendizaje infantil, con la esperanza de poder identificar y resolver las dificultades desde el principio y desarrollar soluciones de aprendizaje innovadoras e integradoras.
Por desgracia, la observación manual es, en el mejor de los casos, subjetiva, cara y poco sistemática. Además, los bebés y los niños pequeños no han desarrollado las habilidades necesarias para articular sus pensamientos y sentimientos con precisión, lo que dificulta la investigación sistemática de los procesos de aprendizaje temprano.
Y ahí es donde entran en juego las soluciones de computación de la atención. Esta tecnología puede medir con precisión los gestos -incluso los movimientos microscópicos de los ojos y los parpadeos- sin invadir nuestro entorno natural. En este artículo, destacamos tres estudios sobre bebés que han aprovechado la computación de la atención para arrojar nueva luz sobre el desarrollo en la primera infancia.
1. Los bebés desarrollan sus capacidades de atención mirándote a la cara
Seguramente se habrá dado cuenta de que los bebés tienden a mirar fijamente, incluso a los desconocidos. Mientras está sentado en un autobús o esperando en una cola, es posible que haya captado la imaginación de un bebé pequeño que le mirará fijamente durante un tiempo que a veces puede parecer incómodo, ciertamente más de lo que se considera apropiado en muchas culturas.
¿Qué lleva a los bebés a hacer esto? ¿Intentan simplemente procesar la imagen que tienen delante o se produce una actividad más profunda? La mayoría de los padres dirán instintivamente que pueden sentir la intensidad de la mente de sus hijos y el desarrollo que está teniendo lugar cuando sus hijos miran fijamente. Y estudios recientes demuestran que la mirada de un bebé no se limita a averiguar si la persona a la que mira está contenta o triste.
Lo sabemos porque un grupo de investigadores finlandeses (Mikko J. Peltola , Santeri Yrttiaho y Jukka M. Leppänen) se dieron a la tarea de medir el sesgo de atención de los bebés hacia las caras para determinar si existe una correlación entre este sesgo y las conductas de cuidado desarrolladas durante la infancia. Los investigadores siguieron a un grupo de niños durante los primeros años de la infancia, utilizando la computación de la atención para medir el sesgo de atención a las caras en bebés de unos siete meses.